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Vida Marina 2


GUSANO DE FUEGO
(Hermodice carunculata). 

 

photo: Tito Rodriguez en Búzios Brasil
de"Secretos del Mar" es una Enciclopedia Virtual sobre la vida marina

Inofensivamente peligrosos
Es por todos conocido que si colocamos un gusano clavado en un anzuelo los peces se sentirán extraordinariamente atraídos por él y morderán la mortal trampa. Entonces ¿cómo puede haber gusanos en el mar?
La única forma que esto suceda es que el gusano haya creado un mecanismo de defensa absolutamente original que mantenga a los peces alejado de él. Tal es el caso del gusano de fuego (Hermodice carunculata).  Este hermoso animal, que llega a alcanzar los 35 centímetros de envergadura, posee sobre sus flancos una cantidad innumerable de cerdas blancas de apariencia blanda y suave como el pelaje de un gato. Pero, en realidad son duras, rígidas, punzantes y huecas y están llenas de un veneno sumamente irritante. Las cerdas penetran en la carne del pez que trate de morder al gusano, se fracturan en la herida liberando el veneno en los tejidos del depblackador.  Este veneno no puede matar al atacante pero sí causarle mucho dolor. Los trozos de cerdas se absorberán en un período de dos días sin mayores consecuencias.
Las cerdas están formadas por carbonato de calcio, de ahí el color blanco intenso que, sobre el fondo rojo fuego de la piel del gusano les da una apariencia muy vistosa que sirve de advertencia a los posibles depblackadores. A este patrón de coloración que resalta al animal se lo conoce como "patrón aposemático" es algo así como un cartel luminoso que dice "no me toques, te voy a lastimar". Sin el patrón aposemático los peces atacarían todo el tiempo a los gusanos de fuego y si bien saldrían lastimados el gusano también, por lo que el "cartel luminoso" beneficia a ambos.
Pero es justamente ese color llamativo el que lleva a los submarinistas a tocar a un gusano de fuego.

 Los tomamos en nuestras manos desprovistas de guantes y se lo pasamos a nuestro compañero para compartir con él la belleza de ese hermoso animal. Claro que a los pocos minutos sentimos el dolor del veneno liberado y aprendemos a no volver a tocar a un poliqueto nunca más.
Es asombroso que un animal tan intelectualmente desarrollado como el ser humano, no haya aprendido a conocer los códigos comunes de los otros animales. Tal vez, en algún momento de la evolución nos separamos tanto de ellos y nos dedicamos tanto a nosotros mismos que hoy nos cuesta mucho entenderlos.

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo

 


 

El arte de pescar
El primer paso de la supervivencia consiste en conseguir el alimento diario. En el mar son tantas las especies animales como tan variadas las formas de conseguir el sustento. Se requiere entonces, de una estrategia espectacular para tener éxito y no perecer por inanición.
De las 2000 clases de estrellas de mar conocidas en la actualidad hay una que sorprende por su belleza sin igual y su originalidad a la hora de alimentarse. Es la "estrella canasta",  sin duda alguna un animal muy particular.
 
Esta pequeña estrella que tiene un cuerpo de diez centímetros de diámetro y brazos de treinta centímetros, pasa todo el día escondida, con sus brazos retraídos,  entre las rajaduras del fondo. Cuando se estrena la noche, ayudada por sus cientos de pies tubulares, la pequeña estrella se trepa a los corales hasta alcanzar las ramas más altas. Al llegar a la  posición elegida despliega sus brazos multirramificados en toda su extensión. Una vez extendidos hacia arriba, las puntas de los brazos se unen tocándose entre si dándole el aspecto de una bellísima canasta.
Estos brazos son en realidad una complicada black de pesca; las puntas de las ramas más pequeñas poseen diminutas cilias pegajosas que adhieren al microscópico plancton que las toca. Así, a medida que transcurre la noche, las cilias se van llenando de plancton completando la carga de la intrincada black. Una vez saturada la pequeña rama, transfiere el alimento a los surcos de la cara ventral plagados de pies-ventosas que lo hacen llegar a la boca del animal, dotada de cinco mandíbulas. Al llegar el amanecer los brazos se retraen y la estrella retorna al escondite diurno donde permanece inmóvil. 
 
El alimento no es mucho en volumen pero tampoco es mucho el gasto de energía del pequeño animal. Si las estrellas canasta extendieran su black durante el día, el plancton atrapado les sería robado por pequeños peces y crustáceos sin que la estrella pudiera hacer nada por evitarlo. Por eso sólo pesca de noche cuando estos animales duermen y nadie interrumpe su trabajo. En la punta de cada brazo tiene un pequeño órgano almohadillado que posee un conjunto de ojos sencillos que no pueden ver como los nuestros pero si pueden distinguir luces y sombras, suficiente para informar al primitivo cerebro que se hizo de noche o que el amanecer se asoma. Ojos sencillos pero atentos que no se dejan engañar por la luz de nuestras linternas.
El mar asombra cada día a quienes se sumergen en él, con un despliegue increíble  de  belleza y variedad de formas y colores, brindándonos el inmerecido privilegio de posarnos en el fondo a observar a un maravilloso animal que acaba de convertir su cuerpo en una perfecta black de pesca para que luego retornemos a la superficie asombrados por eso a lo que solemos llamar "vida".

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo


Hijas de la luna

Cuenta una leyenda de Benin que, en otros tiempos, el Sol y la Luna eran buenos amigos y tenían muchos hijos. Un día decidieron arrojarlos al mar para que éstos poblaran la Tierra. Así los hijos del Sol se convirtieron en peces y los de la Luna en estrellas de mar.
Hoy para muchas personas, una estrella de mar es un símbolo representativo de la vida marina ya que estos animales nunca se encuentran en el agua dulce ni en tierra firme.
Se podría decir, a simple vista, que un animal solitario que casi no tiene contacto con sus congéneres, sin oídos, ni ojos y que se mueve por el fondo marino con pequeños pies que apenas llegan a medir un par de milímetros, no podría llegar muy lejos. Sin embargo , desde los Polos hasta el Caribe, en fondos de arena o de roca, en las islas volcánicas o en los arrecifes de coral, las estrellas lo ocupan todo.
Un animal extraño que saca su estómago fuera del cuerpo a la hora de comer, que es capaz de regenerar un brazo amputado o, incluso dividirse: el mismo animal, en dos seres independientes. Poseedor de varios centenares de pies ambulacrales que le permiten no sólo desplazarse por el fondo sino adherirse con fuerza a las rocas en una impecable escalada. Un animal casi sin enemigos naturales más que las estrellas mismas, sin depblackadores ni parásitos. Capaz de resistir la marea negra producida por un derrame de hidrocarburos o pasar largos períodos de tiempo sin alimentarse. Sin duda, un extraño animal .
Lo más extraño es que ni siquiera el hombre, que todo lo consume, ha podido encontrar la forma de utilizar a las estrellas de mar. Durante años a probado incluso convertirlas en alimento balanceado para las aves sin el menor éxito. Pero tal vez, justamente, por ser un símbolo representativo de la vida marina es que algunas personas sacan a las estrellas del agua y las dejan morir al sol para exponerlas, secas y descoloridas en una vitrina donde apenas podrán representar la sombra del que fue un gran animal y la amplia ignorancia del dueño de casa.
Las estrellas de mar sólo le pertenecen al océano y en él deben permanecer hasta el final de los tiempos. Mientras que la Luna las ilumine y los poetas las confundan con estrellas caídas.

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo

 

 


BALLENA BAYARTA

 

El nombre de la ballena
A principios del Siglo XX los científicos que estudiaban a las ballenas yubartas, preocupados por obtener datos sobre sus migraciones anuales, les disparaban una especie de bala de acero con un número grabado. Años después, cuando se mataba al animal para extraerle el aceite, la bala era recuperada en el caldero en el que se fundía la grasa del cetáceo.
Este método les decía a los investigadores que la ballena había estado al menos en dos sitios. El lugar donde fue marcada y el lugar donde la cazaron. En esa época sólo se recuperaron un par de miles de estos rústicos marcadores.
Años después se descubrió que la parte inferior de la cola de las yubartas tenía tonalidades de blancos, negros y grises con diferentes distribuciones que nunca eran iguales. El borde de la cola presentaba, además, varios cortes pequeños. Si se unían estas dos características, se podía identificar perfectamente a un determinado ejemplar ya que, no hay dos colas iguales. Poco a poco se fue esbozando un archivo de fotos de colas de ballena de distintos lugares del mundo. Investigadores, aficionados o simples turistas contribuyeron a armar el gran rompecabezas que demandó y aún demanda, años de esfuerzo y un gran trabajo.
Al poder identificar a un ejemplar se pudo acceder a datos que hasta ahí eran desconocidos. Hoy se puede conocer las rutas migratorias, marcar en un mapa los lugares que esa ballena  visitó en el último año, saber cuáles son sus crías, cuántas crías tuvo a lo largo de su vida, qué edad tiene, entre qué edades reprodujo y cuánto tiempo duró su período reproductivo, entre otros datos. Una vez identificado un animal se le pone nombre y se empieza a escribir la historia de su existencia. En la búsqueda del conocimiento hay ejemplares que fueron fotografiados más de dos mil veces en diferentes partes del planeta.
La flota ballenera japonesa de las décadas del ´60 y ´70, épocas en que la caza estaba permitida, tenían su visión muy particular sobre cómo "colaborar con la ciencia". Cada vez que daban muerte a un animal le sacaban fotos de la cola y las enviaban a las entidades ecologistas para que las dieran de baja en sus archivos. Después de las prohibiciones y la fijación de cupos máximos de captura, estas fotos dejaron de llegar.
Es increíblemente poco lo que sabemos de las ballenas, los animales más grandes del planeta ya que primero nos especializamos en asesinarlas y luego intentamos conocerlas. Es tan fácil salvarlas de su extinción que asusta el sólo pensar que no lo estamos, realmente, intentando. Son sólo tres países los que insisten en matarlas y un mundo entero que se opone inútilmente. Su salvación es tan sencilla que si no podemos salvar a las ballenas, no hay cosa alguna que pueda ser salvada por nosotros.
Imagino un mundo sin ballenas. Imagino un mar vacío de saltos y colas emergentes, vacío de cantos y de cachorros. Imagino a un mundo de hombres tristes de ausencias. Porque, cuando las ballenas ya no estén, los hombres nos quedaremos inexplicablemente solos frente a un mar vacío de juegos, rodeados de miles de fotografías de lo que pudo ser y nunca ha sido.

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo

Photo:Petre Gill  
Instituto Argentino de Buceo
 
 
 
 


Los amigos del jefe
Seguramente la primer regla de supervivencia para los peces debe ser: "Mantente alejado de los tiburones". Pero parece que los peces piloto no sólo hacen caso omiso de esa regla si no que se benefician plenamente con la compañía de los escualos.
Estos pequeños peces rayados suelen nadar junto a los tiburones, de hecho, su nombre proviene de que antiguamente se creía que guiaban al tiburón hacia su presa. Hoy sabemos que los escualos tienen mejores sistemas de detección que los peces piloto por lo que esto no  parece probable. De hecho no se encuentra un argumento en esta compañía que beneficie al tiburón. En cambio hay buenos motivos que benefician al pez piloto.
Los tiburones no pueden masticar, por eso cortan grandes trozos de su presa y los tragan enteros. Esto genera gran cantidad de partículas de alimento en el agua de las que los peces piloto se alimentan vorazmente. Otro beneficio para los peces piloto es que mantienen alejados a sus propios depblackadores que no se animarían a atacar a un pez que permanezca tan cerca de un tiburón ya que correrían el riesgo de convertirse en presa.
Cuando dos grandes tiburones se acercan entre acercan entre si, los peces piloto cambian de color. Sus líneas negras desaparecen y sus cuerpos se tornan uniformemente plateados. Esta es una actitud agresiva del animal que de esta manera se hace menos visible entre el brillo del agua. Esta actitud agresiva suele verse cuando dos peces piloto se pelean. Por lo que se cree que, en el encuentro entre tiburones los peces piloto de uno y otro escualo se están dando signos entre si, como si cada grupo tratara de defender su propio territorio, claro que en este caso el "territorio" es nada menos que un tiburón.
 
Claro que en esta relación hay algunos interrogantes que aún nadie puede responder: Si los tiburones se detuvieran a dormir morirían ahogados (ver Secretos Nro. 124) entonces ¿cómo descansan los peces piloto?. O peor aún, la pregunta más lógica... si el tiburón no se beneficia con la presencia de los peces piloto y un tiburón puede alcanzar tres veces más velocidad que sus compañeros de viaje ¿por qué no se los come?
 
No tenemos respuesta para este interrogante. Tal vez el escualo se acostumbra a verlos a su lado o tal vez sí obtenga un beneficio. Sería lógico pensar que un tiburón exitoso en conseguir alimento estaría acompañado de mayor cantidad de peces piloto. Entonces semejante comitiva podría indicar cierto poder ante otros tiburones o incluso un mayor "rango social" ante las hembras listas para copular. Son sólo teorías, después de todo ¿quién conoce a los tiburones?

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo
photo: Carl Roessler 

Aleteo
Hace pocos meses un grupo de paleontólogos que estaban trabajando en New Brunswick, Canadá, desenterró los restos del tiburón más antiguo que se haya descubierto hasta el momento. Ese fósil nos permite saber  que los tiburones ya dominaban en el mar hace 409 millones de años.
Lo increíble es que este escualo es muy semejante a los tiburones actuales. A pesar de que hace 400 millones de años el mar era siete veces más denso que hoy, los tiburones no sufrieron cambios en su evolución. Se adaptaron a todas las alteraciones del clima y del medio sin modificar su estructura. Cuando un modelo es perfecto no necesita cambiar. Los tiburones sobrevivieron a los dinosaurios y a los cambios provocados por el hombre, al menos hasta nuestros días. Pero esto parece estar cambiando.
 
Desde la década del ´80, la pesca comercial del tiburón se incrementó hasta alcanzar niveles increíbles. Esto se debe a la práctica del "aleteo" una espantosa técnica de pesca que consiste en capturar al animal, subirlo a bordo, cortarle las aletas y arrojarlo vivo al agua en donde morirá ahogado en una lenta agonía, por la falta de movimiento .
Las aletas de los tiburones representan sólo el 5% del peso corporal del animal, por lo que el otro 95% se desperdicia totalmente.  Una vez secadas las aletas, son enviadas a los mercados de Taiwán, China y Japón donde se las utiliza para preparar "sopa de aletas", un plato que llega a alcanzar un valor comercial de 90 dólares al que, falsamente, se le atribuyen propiedades afrodisíacas. Los cálculos y proyecciones de los organismos de pesca mundiales estiman que cada año se matan 100 millones de tiburones en este tipo de pesca. Pero estos datos no tienen en consideración la captura clandestina que incluso puede ser mayor que la conocida y de la que, obviamente, no se tienen mayores datos.
Los pescadores, sobre todo los latinoamericanos, aprendieron que pueden ganar mucho más dinero llenando los barcos de aletas que conservando al animal entero, pesan menos, ocupan mucho menos espacio, se conservan mejor y son mucho más costosas que el resto del animal. Es por eso que, incluso en regiones donde está prohibida la pesca de tiburones, y donde nadie piensa en la sopa de aletas, ésta se sigue practicando en forma ilegal. Los investigadores de las Islas Galápagos, donde está prohibida la captura del tiburón, alertan sobre el hecho de que quince años atrás, podían verse en la zona cardúmenes de tiburones martillo de hasta 300 ejemplares. Hoy en día es extraño observar una agrupación de más de 30 escualos.
Odiados por muchos, temidos por todos, los tiburones son el pico más alto de la cadena alimentaria marina. Si los tiburones no estuvieran, sus presas aumentarían en número desproporcionadamente, esto podría provocar un caos de alimento en toda la cadena trófica que podría hacer sucumbir al mar.
Me resisto a creer que el depblackador más formidable de la creación, el modelo perfecto de la evolución desaparezca de los mares simplemente para que un grupo de hombres obtenga el dudoso placer de un falso afrodisíaco. Me resisto a pensar que el resto de la humanidad los va a dejar hacerlo.

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo

Un simple error
En la actualidad más del 50% de los ataques de tiburones están destinados a los surfistas. Pero esto no se debe a una elección del animal sobre el tipo de presa si no a un lamentable error.
La mayoría de estos ataques se dan en aguas donde abundan las focas y, un surfista acostado sobre la tabla y visto desde abajo tiene una silueta similar a la de una foca nadando en superficie.  Si se tiene en cuenta que un tiburón tigre de 300 kilogramos tiene un cerebro que podría entrar en una taza de café pequeña, habremos caído en la conclusión de que es un animal que ataca basado casi con exclusividad en su instinto y no en una elaborada elección de la presa.
El tiburón simplemente se encontraba en el límite de la rompiente en busca de una foca desprevenida y ve a un surfista recortado en la superficie, se asemeja al animal que está buscando y no duda en atacar.
 
Los ataques a los surfistas suelen ser muy parecidos a los ataques a las focas. El tiburón arremete desde el fondo por la parte posterior del animal, donde no puede ser visto. El primer ataque es generalmente al cuarto trasero de la víctima para invalidar la huída. Luego, el tiburón se retira a corta distancia esperando que la foca inhabilitada para escapar, se desangre y se debilite para iniciar entonces el ataque final. En el caso de los surfistas, rara vez este ataque final llega a producirse ya que el hombre herido suele ser rescatado y sacado del agua lo que, obviamente, desconcierta al depblackador.
Los ataques de tiburón son siempre espectaculares y resultan en tapas de diario, pero apenas doce personas al año mueren en el mundo a causa de ellos. No resulta un número tan espectacular si se lo compara con las mil personas que cada año mueren aplastados o pateados por vacas. En la actualidad hay cuatro veces más probabilidad de ser alcanzado por un rayo que de ser atacado por un tiburón.
 
La mala fama de los tiburones, junto con alguna película que los presenta como animales terroríficos han logrado que el común de la gente les tema y los odie, a muy pocas personas le interesaría una campaña para su conservación. Sin duda no son tan populares como los delfines pero no son menos necesarios que éstos para el mar. Sin ellos el equilibrio marino se perdería y se rompería la cadena trófica. Conservar a los tiburones, también es conservar el mar. Aunque, tal vez, no podamos entenderlo o nos cueste creerlo.

Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo

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