| En el 1752 se funda el pueblo del Pepino situado entre las montañas
        y rodeados por los ríos Culebina y Guatemala En el 1812 se fundó el primer ayuntamiento constitucional por
        virtud de la Contitución de las Cortes de Cádi, y su primer alcalde
        Don José González. Se deslinda de Añasco en el 1820 y en el 1825 se deslinda de las
        Villas de Mayagüez y San Germán, comenzando un nuevo deslinde de la
        población de Lares.
         El actual nombre de San Sebastián fue reconocido en el 1869. Según
        aparece en el siguiente texto:"...que durante algún tiempo al
        usar los documentos oficiales, el nuevo nombre de San Sebastián que se
        pide para dicho municipio, se añadan la palabras"antes Pepino".
 Su nombre original fue San Sebastián de las Vegas del Pepino ya
        que se encuentra localizado en las vega de los río Culebrinas y
        Guatemala y había unos matorrales conocidos como Pepinos.
         Los pepinianos fueron parte valiosísima dentro de todo el plan de
        sublevación para que se lograra la independencia de Puerto Rico bajo el
        régimen colonial español en el Siglo XIX. Además, los pepinianos
        demostraron gran gallardía revolucionaria durante y después de la
        lucha desatada en el pueblo del Pepino, ese recordado 24 de septiembre
        de 1868.
         Cuando los revolucionarios recibieron la orden de retirada, luego
        de aceptar que les sería imposible por momento tomar el pueblo, el
        pepiniano Venancio Román quedó atrapado ante el fuego de las milicias
        españolas. En vez de rendirse y dejarse apresar decidió batirse con el
        enemigo.
         Otro pepiniano, Castro Santiago, también murió en la batalla
        desarrollada en la plaza. Como resultado de los hechos del Grito
        murieron en combate cuatro revolucionarios, seis heridos y siete
        prisioneros.El gobierno español desató una incansable persecución
        contra todo aquel que participó en el Grito, arrojando un saldo de
        cuatro muertes adicionales y 551 encarcelamientos.
         El régimen español en Puerto Rico estaba decidido a eliminar
        todo vestigio. Siguiendo esta misión penetró cuanto rincón le creaba
        sospecha. Es así que deciden invadir el hogar de los Méndez en el
        barrio Hato Arriba. Se topan con la esposa de Francisco José Méndez
        quien junto a sus hijos estaba comprometido con la lucha de la
        independencia puertorriqueña. Doña Ana Martínez Pumarejo les respondió
        tácitamente; "Mi esposo e hijos están en la revolución; búsquenlos
        allí; ya que no pueden hallarlos en las faldas de las mujeres."
         Documentos oficiales del régimen español ubican a Pepino como
        uno de los pueblos de la zona oeste donde desde años antes del Grito ya
        se estaba conflagrando para hacer la revolución. En Pepino, además de
        arengarse para la libertad también se fabricaban balas, labor que le
        correspondió a José Tirado Extremera, y se fundó una de las más
        importantes juntas revolucionarias.
         El 13 de agosto de 1898, a las once de la mañana, se oyeron en la
        población de San Sebastián estampidos de cañones, y más tarde ruido
        de fusilería; eran los ecos del combate que se estaba librando a
        orillas del Río Guacio (hoy Río Grande) entre las tropas españolas y
        las norteamericanas. Poco después Ilegaron algunos campesinos
        informando que tropas españolas habían vadeado el río, con dirección
        a Lares; pero que una parte de la retaguardia, que permanecía en la
        margen izquierda, era atacada por artillería americana desde la loma de
        la Maravilla.
         Inmediatamente el Alcalde, Don Manuel Rodríguez Cabrero, dispuso
        que los Doctores Miguel Rodríguez Cancio y José A. Franco Soto, ambos
        pertenecientes a la Cruz Roja de la localidad, marchasen con toda
        urgencia al lugar del combate, provistos de sus botiquines y ostentando
        las insignias de dicha institución, al mismo tiempo tomó otras medidas
        necesarias y movilizó todo el material hospitalario de que disponían,
        en previsión de que Ilegasen heridos al pueblo.
         San Sebastián estaba guarnecido por una compañía de voluntarios
        al mando del capitán Arocena, fuerza que permaneció inactiva, tal vez
        por carecer de instrucciones.  
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